martes, 12 de junio de 2012

El Cáncer de la Cooperativa Cruz Azul: Guillermo Álvarez Cuevas

"Solo los necios y los tontos tiran piedras a su propio tejado" 

Por: Beah Moustache 


A algunas personas, el poder les hace perder la cabeza, los convierte en arrogantes y soberbios y les aleja de la realidad, situándolos en una peligrosa alienación que les hace perder la noción de la realidad. Pero a otros los convierte en verdaderos y peligrosos enfermos mentales, incapacitados, para tomar decisiones y dirigir. Cuando acceden al poder se creen dioses o sus enviados en la Tierra, propician el culto a la personalidad y muchas veces se tornan crueles. Algunos creen que esa enfermedad se da únicamente en las tiranías, pero lo cierto es que también se desarrolla en las democracias, afectando a personas que trabajan bajo éstos mandos. El síndrome, en los dirigentes, al no poder comportarse como dictadores crueles, tienen otros rasgos y manifestaciones: se sienten eufóricos, no tienen escrúpulos, no son conscientes de sus errores y fracasos y son capaces de dormir a pierna suelta (como "Billy" Álvarez) sin que ni siquiera les afecte el rechazo masivo de los ciudadanos o su inmensa y aterradora cosecha de fracasos, dramas y carencias que, para cualquier persona con salud mental, resultarían insoportables. Su alienación es de tal envergadura que cometen un error tras otro, porque la capacidad de análisis no les funciona y sus decisiones y medidas son producto del desequilibrio, la soberbia y la confusión extrema. 


Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia...
Desde la perspectiva de la salud mental esbozamos una breve descripción de nuestro sujeto sediento de poder. Se trata de individuos que padecen algún tipo de trastorno de personalidad serio con graves características.

El comportamiento de los poderosos ha sido siempre objeto de profundos estudios psicológicos. Hitler es uno de los grandes ejemplos históricos de personalidades que demostraron manipulación y ceguera ante su necesidad de detentar más poder. Los reyes y emperadores de la antigüedad por ejemplo, se atribuyeron un «derecho divino» para gobernar; legando el poder a hijos, nietos y demás descendientes.
Pero estemos atentos, en la actualidad todavía hay absolutismos, algunos explícitos y otros disfrazados. Estos ejemplos también sirven para nuestro país, provincia o localidad. En ciertos casos el mundillo de los dirigentes acoge sujetos que tienen tendencia a ser obsesivos por el poder, deseando detentar cada vez más, a costa de lo que sea.
Los síntomas de los enfermos de poder suelen ser elocuentes ya que manifiestan exagerada confianza en sí mismos; desprecio por los consejos ajenos, alejamiento de la realidad; burlas públicas de otras personas; complejos de persecución e invento de historias y complots; enemistarse con algunos periodistas y lograr un fuerte vínculo con otros; confrontarse con los poderes fácticos, etcétera.
Otra de las manifestaciones es considerar fervientemente que son insustituibles y capaces de mandar y procurar el bien común. Se afanan en hacer creer que su plan de dirección o comunidad va más allá de sus narices. Además de sentir una especie de éxtasis y fascinación con sí mismos, el poder los corrompe psicológicamente de tal manera que estos individuos son colocados en una posición narcisista máxima, casi imposible de modificar.
Según algunos especialistas, acceden al poder en su mayoría con un Trastorno de la Personalidad, muchas veces confirmado y aumentado por la manifestación popular. Ese poder les permite sentir que todo les pertenece, incluyendo la verdad absoluta. Así guardan un patrón general de grandiosidad, una necesidad de admiración y falta de empatía.
En general, la patología comienza en la edad adulta y se trata de una persona que espera ser reconocida como superior, está preocupada por fantasías de éxito ilimitado, se cree especial, es muy pretenciosa y explotadora. No puede identificarse con los sentimientos o necesidades de los otros, envidia o cree que la envidian y tiene actitudes arrogantes.
Y bueno, creo que la psicología hablo por sí sola, no es factible que una persona con tal enfermedad siga al mando de una histórica y gloriosa Cooperativa, debemos luchar por recuperar en su totalidad la grandeza de Cruz Azul. Los invito también a que lean y se informen acerca del proceso en: http://lanuevacruzazul.blogspot.mx/ 


Para terminar quiero acentuar, que si Guillermo estuviera en su sano juicio, debería comprender (pero la enfermedad le impide asumirlo) que, sin el apoyo de los Cooperativistas y Socios de Cruz Azul, que son los "soberanos" en democracia, un dirigente rechazado equivale a un tirano. La perspectiva de los enfermos de poder desde el punto de vista de la salud mental resulta interesante; Guillermo y sus Cómplices no son seres altruistas que en nada se benefician; son sujetos sedientos de poder que satisfacen sus propias necesidades, relegando las del prójimo. Pensemos, reflexionemos, conozcamos y así podremos ser más libres y responsables

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